domingo, 2 de diciembre de 2012

¡Vamos, DESPIERTA!

Comenzamos el nuevo año litúrgico. Y lo comenzamos con una de las etapas más bellas de cuantas nos presenta la Santa Madre Iglesia a lo largo del año. Hoy comenzamos el Adviento: tiempo de espera, tiempo de abrir los ojos y estar en vela.
En poco más de tres semanas, el mismo Dios que entra triunfante en Jerusalén, que suda sangre ante una oración sin respuesta, que se entrega y se deja humillar, y que muere en una Cruz por nuestros pecados...vendrá a nosotros en un humilde pesebre, sin esperar nada, sin recibir nada. Y nosotros mientras cerrando puertas a un niño que, sin saberlo, cambió, cambia y cambiará el transcurso de la humanidad.
María Santísima deja a un lado el luto doloroso de un mes de difuntos, y se viste de celeste inmaculado, para recibir a un hijo que le hará gozar del mayor de los misterios de Dios mismo. Una Madre que hoy, más que nunca, tiende su mano para pedir posada...
¡Vamos, DESPIERTA! Que es la hora pero aun no es la hora. Ponte en camino, y tiende tu mano a una Madre que te está pidiendo a gritos que acunes a su Hijo y le des posada en lo más profundo de tu corazón.

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