sábado, 3 de noviembre de 2012

Mirada. Solo miradas

Hay palabras que solo se pueden decir con una simple mirada. Hay reflejos que solo suceden desde el brillo de los ojos. Hay lágrimas que solo se desprenden en un fino reguero...

En primer lugar, pedirles disculpas por no haber actualizado nuestro blog durante estas dos semanas. Las cosas del día a día, ya saben. En nuestra entrada semanal de sábado, les mostramos un primer reportaje de las miradas de las Dolorosas Sevillanas. Una iniciativa que surgió al mirar frente a frente a una de las Dolorosas que más adelante les mostraremos, y descubrir que cada una de ellas dice cosas completamente distintas. Con una simple mirada. Dedicaremos uno también en próximas semanas, al Señor. Hoy nos centraremos en algunas Dolorosas, que realmente hablan con una simple mirada...

Dulces miradas. Miradas que se clavan en el corazón. Miradas de Esperanza, de fe, de consuelo...miradas que te transportan a otro lugar. Miradas que disimulan unas lágrimas que no merecen existir. Miradas penetrantes que hacen palpitar los corazones heridos...y los sanos. Miradas de paz y apoyo. Pilar de tantas vidas como miradas se cruzan con las vuestras...ESPERANZAS.


 

Mirada dolorosa y sin medida. Mirada de auxilio a un cielo que no responde. Mirada de socorro ante un cielo encapotado y que llora lágrimas de desamor. Desesperación en tu mirada. Penumbra y a la vez pureza de blancura. DOLORES Y MISERCORDIA, baja tu mirada y quédate conmigo.

 
Tú me auxilias y socorres. En ti confío. Un dolor tranquilo, sin medida y sin desgarros. Apenas unas tímidas lágrimas se atreven a recorrer sus sonrosadas mejillas...porque tu mirada es Dulce. Pero más aún lo es, tu DULCE NOMBRE.
 
 
Suplicas desgarrada por un dolor que no puedes contener. Mirada perdida, vacíos son tus ojos, aunque llenos de vida. Vida de misericordia, pero vida de dolor desgarrado que demuestras a tu pueblo. Abres grandes tus ojos para mirar a un vacío inexistente, a un vacío de rojo palio que te cobija y te cubre un cielo oscuro que solo trae amargura sin medida. Vuelve la mirada hacia tu hijo, MADRE DE DIOS DE LA PALMA, que ahí está la vida sobre la muerte.
 
 
Has llorado como ninguna. Rojos tus ojos del dolor y el llanto desgarrado. Pero te has vuelto a mirarme, a mí pecador. A mirarme con dulzura y con un rostro que ya quisieran los ángeles haber tenido para ellos. Rostro de mujer inmaculada, rostro ante el que se cae a tierra sin medida. Rostro de Hispanidad y de Reina soberana. Amor de madre, GUADALUPE.
 
 
Mujer triste que caminas por Sevilla. Va tu hijo muerto en un madero y colgado por tres clavos. Una mirada triste y sin consuelo. Derrotada por el dolor y el cansancio acumulado. Tú, madre de las TRISTEZAS, cógeme la mano, y déjame llevarte allá donde no sufras más dolor que el de la vida.
 


 




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